A medida que pasan las semanas, y más concretamente en el segundo semestre del año, los términos como economía plateada, longevidad e intergeneracionalidad toman más fuerza en Colombia. Una muestra de ello: el incremento de eventos focalizados al tema. Silver Summit; Camacol, Universidad Externado, Universidad de Antioquia con el primer Congreso Nacional sobre Retos del Envejecimiento; Corficolombiana con “Más canas, menos cunas”, entre otros.

Estos espacios no solo elevan el nivel de conciencia sobre la importancia y urgencia del tema, sino también sobre las oportunidades que representan. El año pasado hablábamos principalmente de datos. Este año, vemos actores con cifras relevantes que confirman lo que muchos ya preveían para el país. Además, emergen casos concretos de empresas que están creando soluciones, especialmente en educación, inclusión financiera, salud y bienestar.

Pero más allá de los números, ¿cómo se materializa esta oportunidad? En una columna anterior mencioné cómo un emprendedor de 55 años puede aportar perspectiva estratégica a un equipo de 25. Hoy quiero profundizar en eso: ¿qué pasa cuando distintas generaciones no solo coexisten, sino que co-crean? Porque la intergeneracionalidad no es solo un concepto bonito (o poco entendido), es una ventaja competitiva que genera resultados reales.

Estas colaboraciones siempre han existido, pero hasta ahora empiezan a hacerse visibles. Antes veíamos como normal que la persona mayor diera consejos y los jóvenes escuchaban. Hoy el intercambio funciona diferente: el conocimiento fluye en ambas direcciones. El joven enseña redes sociales, el mayor aporta lectura de mercado. En ese ida y vuelta se crea valor real.

Data 3000 S.A.S., empresa de gestión documental en Manizales, donde la intergeneracionalidad fue necesidad que se convirtió en ventaja. Don Luis Ramírez lleva décadas como archivista. Conoce cada norma, cada proceso, cada detalle de organizar documentos físicos. Su hijo José Miguel conoce a profundidad de ciencia de datos, inteligencia artificial, visión digital. Dos mundos que podían chocar… o complementarse. Un programa de emprendimiento de la ciudad los ayudó a encontrar el punto medio.

Don Luis no tuvo que “actualizarse” renunciando a lo que sabía. José Miguel no tuvo que empezar de cero, ignorando décadas de experiencia. El padre aportó el qué: qué información importa, qué normativas seguir, qué errores evitar, qué legado deja para su empresa. El hijo aportó el cómo: cómo automatizar, cómo analizar patrones, cómo convertir archivos en datos que hablen. No eligieron entre tradición y tecnología, construyeron desde ambas.

El resultado no fue mágico, fue lógico. El archivo físico se transformó en plataforma de inteligencia empresarial. La gestión documental pasó de ser trámite para convertirse en servicio de alto valor. Data 3000 se transforma de empresa familiar tradicional a innovadora en su sector. La experiencia de don Luis amplificada por la tecnología de José Miguel.

Y lo más importante: no es una historia aislada. En Manizales, con un 20,9 % de población mayor de 60 años y 46.553 estudiantes universitarios promedio, tenemos todo para multiplicar casos como este. La pregunta ya no es si la intergeneracionalidad funciona, sino cuándo decidimos construirla intencionalmente y exponencialmente en nuestras empresas y ecosistemas.