En el mundo del emprendimiento hablamos constantemente sobre emprender con propósito, ese que resuelve necesidades de millones, moviliza equipos y atrae inversionistas. Pero del propósito no se habla en el colegio, ni en pregrado y mucho menos en posgrado. Encontrarlo o hacerlo consciente parece ser de pocos. Con los años ese velo se aclara. Quizás tiene que ver con las decisiones, la experiencia y el entorno. Esa razón de entender para qué estoy aquí se consolida con el tiempo de cada persona.
Una de esas personas es Laura Cristina López, a quien conocí hace poco. Una mujer apasionada con luz propia que hoy trabaja por las personas mayores con demencia tipo Alzheimer. Su historia personal me tocó profundamente: su abuelo sabio que lo dio todo, que unió a su familia dejando gran legado. Con el tiempo y por la enfermedad llegó el día en que la persona que más amaba no la reconocía.
Esto la llevó a entender que quería hacer “algo” por las personas mayores. Fue su primo mayor quien la ayudó a comprenderlo. Y ese algo no es poco, desde espacios tan relevantes como la política pública en Colombia y anteriormente Naciones Unidas, Laura construye cambios estructurales para personas mayores con demencias. Su sueño es ser testigo activo de que algún día existan personas que hayan superado la demencia y que quienes viven con ella cumplan su proyecto de vida y propósito hasta el último día.
Le pregunté si el propósito la encontró o fue decisión planeada. Su respuesta fue clara: “Me encontró”. Al recordar tantos pitch que he escuchado trabajando con emprendedores, veo un patrón: el propósito transformador llega cuando la vida te toca de formas inesperadas, cuando el dolor o el amor te movilizan hacia algo más grande que tú. Todos pasamos por estos momentos. La diferencia está en estar preparado para leer las señales y tomar decisiones que permiten entregar generosamente lo mejor de nuestras virtudes.
Trabajar en temas de cuidado de personas mayores, especialmente en condiciones como la demencia, necesita más que vocación. Requiere un propósito transformador que implica ir contra la corriente, saber que cosecharán otros, aceptar que los resultados tardarán más que tu propia vida activa. Y aun así, importa profundamente. Esta es la diferencia entre emprender por oportunidad de mercado y emprender porque no puedes hacer nada distinto, porque algo en ti se rompió o se iluminó de tal forma que ya no hay vuelta atrás.
Hoy, cada tres segundos alguien en el mundo desarrolla demencia. Más de 55 millones de personas viven con esta condición; serán 78 millones en el 2030 y 152 millones en el 2050 si no hacemos nada. Estos números no son solo estadísticas; son abuelos, tíos, madres, personas con historias y legados. Necesitamos motivar y movilizar más propósitos, más personas dispuestas a emprender e innovar en un campo donde el impacto es urgente y profundamente humano. Necesitamos diseñar nuevos modelos de negocio para volverlo viable y factible. Quizás tu propósito te está esperando aquí.