Hay una imagen que debería dolernos en Manizales. Es la de un mapa presentado en la socialización del Índice Privado de Competitividad de Ciudades 2025 (ICC 2025), que se hizo acá mismo. En la medición, la ciudad mantuvo su quinto puesto entre las capitales, pero el mapa se me quedó fijo.
Era el mapa de Colombia, dividido por departamentos. Algunos se veían en verde, mostrando que sus capitales tenían mejoras: Cartagena, Armenia, Montería, Ibagué, Neiva, Popayán, entre otros. Solo dos departamentos estaban en rojo, señalando retrocesos en sus ciudades: Leticia y, claro, Manizales. Nuestro departamento, nuestra ciudad, era el único lunar rojo en el centro del país. ¿De qué hablaba el mapa? De educación básica y media, de cómo venimos con bajos resultados y nos cuesta mejorar. (Ver el mapa: https://shorturl.at/ER0QK).
Ya vienen las campañas políticas con uno de sus temas favoritos: la educación. Es la excusa perfecta para llenar su publicidad de niños y niñas, y para entrar a las casas hablando del colegio al que los hijos van todos los días. Pero después la educación deja de ser atractiva para el político que se hace gobernante. Es un asunto complejo, de largo plazo, al que es difícil sacarle titulares o réditos inmediatos. El tema se vuelve poco rentable para la campaña siguiente. Varios terminan tentados a llenar de obra pública los colegios, porque es lo más rápido y no siempre lo más prioritario.
En el pilar de educación básica y media del ICC 2025, Manizales ocupó el puesto 16 entre las capitales y fue la que más descendió: cinco puestos (ver: https://shorturl.at/HsaZm). De ahí el color rojo en el mapa.
La semana pasada, Manizales Cómo Vamos presentó su informe sobre educación básica y media. Los resultados confirman que el camino debe centrarse en la calidad educativa. En primer lugar, mejorar el desempeño en la prueba Saber 11 del ICFES. Sin ser de las peores, la ciudad lleva años estancada y le cuesta avanzar. Según los datos, siete de cada diez estudiantes tienen dificultades en alguna de las subpruebas de lectura, matemáticas, ciencias sociales o naturales (ver: https://shorturl.at/5y4i6).
Hemos insistido en revisar lo que han hecho otras capitales que han mejorado: mantener estrategias más allá de cada gobierno, acompañar a los docentes y medir resultados -ojalá antes de undécimo-.
El segundo punto crítico es la baja cobertura. Este indicador hace ver que la deserción de cada niño tiene acá un peso más grave. Hoy Manizales tiene una tasa promedio de 3%. Parece baja, pero sostenida en el tiempo equivale a duplicar el número de desertores en poco más de dos décadas. Algunos estudios empiezan a mostrar que sólo tres de cada cuatro estudiantes que comienzan el ciclo educativo lo terminan.
La deserción tiene múltiples causas, pero el Banco Mundial advierte que “a medida que los estudiantes se quedan más atrás en el plan de estudios, aumenta el riesgo de que muchos pierdan el interés y, en última instancia, abandonen la escuela” (ver: https://shorturl.at/35cX1). Esa frase resume bien el reto local: la deserción está ligada al rezago, y este, a la calidad del aprendizaje. En Manizales, la mayor cantidad de estudiantes rezagados por edad -extraedad- se concentra en secundaria (sexto a noveno), justo donde la deserción es más alta. La coincidencia no es casual: quien repite, interrumpe o se atrasa tiene más probabilidades de abandonar.
Reforzar la calidad educativa -en comprensión lectora, matemáticas y habilidades socioemocionales- es esencial. Manizales tiene una oportunidad de oro, con una política pública de calidad educativa que cuente con recursos, buenas prácticas y el respaldo de todos los sectores públicos y privados, a quienes no nos cueste empezar ya a trabajar a plazos largos.