Pensemos en el estadio Palogrande, llenémoslo dos veces, completico. Ese es el número de habitantes de Manizales que, entre el 2014 y el 2024, comenzaron a movilizarse en su carro particular o en su moto, seguro para no volverse a montar en un bus nunca más. Mientras esto sucede, las administraciones municipales parecen mantener engavetadas las políticas públicas del sistema de transporte.
Son 60 mil personas las que han dejado de usar el transporte público en la ciudad, según la Encuesta de Transporte Urbano de Pasajeros (ETUP). Y esto hay que verlo no como un dato curioso, sino como una de las peores crisis de nuestra ciudad; una silenciosa, paulatina, de esas que no dejan tiempo cuando estallan.
Cada año hay menos vuelta atrás y los hábitos de movilidad serán más difíciles de transformar. La política pública de los puentes, de costos multimillonarios, será cada vez más a corto plazo. Tendremos en breve una ciudad abigarrada, hostil, forrada en pavimento, todo por una promesa para carros que desde ya se sabe imposible de cumplir. Según datos de la Secretaría de Movilidad, en el 2014 la velocidad promedio en la ciudad era de 26 km/h. En el 2023, después de algunos billones de pesos en puentes y calzadas, la velocidad promedio fue de 22 km/h.
Entre el 2014 y el 2024, en promedio se matricularon al año 6.530 motos y 4.880 automóviles, camperos y camionetas (datos de la Secretaría de Movilidad). Si hoy parece tan fácil y barato moverse en carro o moto es porque, como siempre, se sacan de la contabilidad los costos que asumimos en conjunto como ciudad, o que terminan pagando algunos anónimos.
Por ejemplo, varios anónimos suelen pagar con sus vidas el costo del vehículo particular y del debilitamiento del transporte público. Entre el 2021 y el 2024, en promedio murieron 48 personas al año por siniestros viales. Es como si un avión ATR se estrellara cada año en la ciudad, sin sobrevivientes. Una tragedia, ¿o no? Esto sin contar otro precio que pagamos en términos ambientales o de espacio público, lo que daría para otra columna. Basta con repetir la consigna, de estos días, de la Regional Caldas de la Sociedad Colombiana de Arquitectos: “La ciudad es para la gente, no para los carros”.
El reto es tener un sistema de transporte más atractivo, con buenos precios, comodidad, seguridad y la certeza de que el bus pasará cerca de casa y a las horas pertinentes. Y en Manizales no parece una misión tan difícil, pues según la Encuesta de Manizales Cómo Vamos 2024, el 74% de los manizaleños todavía están satisfechos con los buses y busetas de la ciudad. En el 2014 se manejaban cifras parecidas, lo que indica que no ha habido mayor deterioro en la percepción, a pesar de la pérdida de pasajeros. Basta ajustar algunas cosas aplazadas. Por ejemplo, la revisión profunda de rutas y frecuencias de buses.
Esta tragedia cierra con una Alcaldía que no parece querer dar la pelea. Si las anteriores al menos pagaron estudios y ‘recontraestudios’ para un sistema integrado, esta ha decidido no discutir el tema. Para un sistema de transporte, el Plan de Desarrollo se comprometió apenas con una campaña anual para promocionar el uso de los modos públicos. También a subir los viajes diarios en el cable a 12.500, aunque en el 2024 bajamos a 9.900 luego de tener 10.200 en el 2023, según la ETUP.
Mientras tanto, los gobiernos siguen culpando a los transportadores de no dejar que el tema avance, cuando son muchos de estos los que financiaron sus llegadas al poder. Por su parte, son cada vez más los empresarios del transporte que, así tengan sus temores y resistencias, ven cómo se les va bajando su clientela, a pesar de tener opciones y conversaciones que por difíciles no merecen quedar engavetadas.