Con Aerocafé no se ha resuelto nada con los guantes puestos. 

Así que esta columna no se suma a la riña entre políticos que buscan votos usando el sueño o la frustración del aeropuerto. 

Es una invitación a que, mientras los políticos se lanzan el barro a la cara, desde la sociedad civil hagamos a un lado el lodo para discutir a partir de hechos.

Un hecho que preocupa es que Fernando Merchán, actual gerente del Patrimonio Autónomo —entidad que maneja los recursos del proyecto—, participó en la definición del perfil del cargo que hoy ocupa. 

Lo hizo como cabeza de la promotora Aerocafé y como miembro del Comité de Fideicomiso. ¿Un conflicto de interés? 

Propuso modificarlo, en la sesión del 30 de diciembre de 2024, como documentó Yohir Akerman en Cambio (ver: https://shorturl.at/wENQM). 

Sin embargo, ya lo había hecho antes, el 29 de octubre (ver el acta: https://shorturl.at/rzft4). 

En ambas sesiones sugirió un perfil más amplio, que incluyera a abogados, como él, sin exigencias específicas en el sector aéreo.

Curioso es que, definidos esos requisitos, cuando se votó por primera vez su postulación el 28 de febrero de 2025, los representantes de la Aerocivil aceptaron, pero con la condición de revisar si los cumplía y si había conflicto de interés. 

El Gobierno Petro respondió removiendo a esos funcionarios y así destrabó la elección. 

Pero entonces no quedó claro si, ante las instancias correspondientes, no solo con un concepto del DNP, se resolvieron las dudas sobre la experiencia y el posible conflicto de interés de Merchán.

Regresemos al 29 de octubre de 2024, que es cuando entra el DNP. Según el acta de ese día, Merchán también se opuso a usar una firma cazatalentos para la elección. 

La Aerocivil le recordó que eso ya se había votado en septiembre, un mes antes, y debía respetarlo. Merchán argumentó que esas firmas priorizan lo técnico y no la confianza, y propuso que mejor el DNP ayudara con la nominación de candidatos. 

¿Qué lo hizo cambiar de parecer? 

El 2 de octubre, entre las sesiones de septiembre y octubre, el representante Santiago Osorio —su padrino político— había publicado su acercamiento definitivo con Alexánder López, entonces director del DNP (ver: https://tinyurl.com/ms9bdx2f). Esta sincronía de tiempos podría explicar por qué el congresista y Merchán cambiaron de opinión para incluir a esta entidad en el proceso y descartar así a los cazatalentos, y por qué luego fue tan diligente el concepto favorable del DNP.

Pero vamos al otro lado. 

Un hecho adicional que preocupa es que el laudo arbitral que resolvió el pleito con OHLA —anterior contratista del aeropuerto— dejó claro que el fracaso del contrato no solo fue atribuible a esa firma negligente, sino también al Patrimonio Autónomo. 

Un cuestionamiento que han sacado Osorio y Merchán para explicar sus movidas.

Uno de los incumplimientos más graves en el contrato anterior fue la entrega de las Zodmes, zonas a donde va la tierra removida. 

Para el momento en el que iba la obra, el Patrimonio no entregó los predios necesarios, ni a tiempo, ni con las condiciones adecuadas. Eso abrió la puerta para que OHLA frenara sus actividades. 

Así, los actores locales vinculados al proyecto, incluidos los gobernadores Velásquez y Gutiérrez, y la gerente de Inficaldas, Amparo Sánchez - exgerente de Aerocafé-, han perdido credibilidad para señalar el rumbo del proyecto.

¿Tendrá Merchán cómo sortear un proceso por conflictos de interés? ¿Sabrá cómo no repetir lo de los Zodmes en el nuevo contrato? 

Uno de los errores con el aeropuerto es que lo hemos conversado mal: o lo gritamos como arma política o lo susurramos para no incomodar. 

En ambos extremos, perdemos la oportunidad de construir un debate informado, técnico y participativo. Uno en el que no manden los guantes, sino preguntas como estas, con los hechos.