Caldas necesita un aeropuerto moderno, con pista larga de carácter internacional, capaz de recibir grandes aeronaves, conectar nuestra región con el mundo y atraer inversión, turismo y competitividad. Después de casi 50 años de intentos fallidos no podemos darnos el lujo de repetir errores. Aerocafé no puede seguir siendo usado como bandera electoral ni convertirse en un símbolo de frustraciones, debe convertirse en un verdadero motor de desarrollo regional.
El proyecto cuenta con recursos asignados y certificados presupuestales, pero es indispensable decir la verdad: tener partidas en el presupuesto no significa que ya haya dinero disponible. Según el Decreto 1523 de 2024, los giros solo se realizan cuando se cumplen requisitos técnicos y contractuales. Exigir rigor no es oponerse al proyecto, es protegerlo y blindarlo contra los errores del pasado.
Los informes técnicos de KPMG y AERTEC, contratados precisamente para darle solidez al proceso, muestran que el lado aire alcanza un 79,4% de validación y aún necesita ajustes, mientras que el lado tierra apenas llega al 41%. Esto significa que faltan diseños por completar y actualizaciones claves en la terminal de pasajeros, la torre de control, los sistemas de navegación y las plataformas de servicio. Estos datos son públicos y verificables. Exigir que se completen antes de avanzar es cuidar el dinero de los caldenses y garantizar que Aerocafé sea una realidad sostenible.
Quienes tuvimos el honor y la responsabilidad de representar a Caldas desde la Asamblea siempre levantamos la voz para que este proyecto se hiciera bien. Sin embargo, desde el Congreso, incluso contando con un presidente aliado, no se logró concretar el avance esperado.
Hoy, con un Gobierno nacional poco afín al proyecto, la tarea es todavía más difícil. Pero eso no significa que debamos renunciar. Hay que seguir creyendo, pero con seriedad, rigor técnico, transparencia financiera y compromiso regional.
Defender Aerocafé es defender que se haga bien, con estándares internacionales, no sobre anuncios apresurados. La crítica responsable no destruye, fortalece. NO somos enemigos del proyecto: somos caldenses que creemos en él, pero blindado contra sobrecostos, incumplimientos y corrupción. Esa es la verdadera manera de honrar el esfuerzo de décadas y de convertir este sueño en realidad.
Caldas se merece un aeropuerto internacional, a la altura de los mejores del mundo. El momento de pensar en grande y pensar en región es ahora. Decir la verdad sobre el proyecto es un acto de responsabilidad con nuestra región y nuestra generación. Con la verdad y el rigor técnico, lograremos que Aerocafé deje de ser una promesa incumplida y se convierta, por fin, en símbolo de orgullo y progreso para las próximas generaciones. ¡No más política con Aerocafé!