Prácticamente en lo único que se diferencian Petro y Trump es en que uno es de izquierda y el otro de derecha. Ambos están convencidos de que son los líderes del mundo, pero no lo son. Trump es un matón con poder. Con su política de aranceles, tiene arrodillados a los gobernantes de medio planeta.
Petro, con su estilo “cantinflesco”, no alcanza a serlo a nivel local y menos mundial. En realidad, no tiene nada de líder, aunque su ego lo tiene convencido de que sí lo es. Ambos son soberbios, autoritarios, mentirosos y amantes del poder.
En Colombia se dice que el 30% de los ciudadanos son petristas “pura sangre”, creen y defienden todo lo que Petro diga, fieles hasta el final. El otro 70% no lo pueden ver ni en pintura. No le perdonan ni una y creen al pie de la letra todo lo que se dice en su contra.
Petro sabe que no tiene las mayorías. Su estilo político se ha caracterizado por victimizarse y por mantener un enemigo a quien atacar. Siempre hay un plan para asesinarlo, una conspiración para derrocarlo y un golpe bajo que lo quiere sacar del poder. Llegó a la Presidencia atacando sin descanso al Gobierno de Duque.
Promovió el estallido social y paralizó el país. Lo irónico es que hoy, ya en el poder, está haciendo exactamente lo que criticaba.
Atacó la reforma tributaria de Carrasquilla, pero sacó la más grande de la historia del país. No contento con eso, ahora quiere que le aprueben otra. Acabó con el Icetex, destruyó el sistema de salud y la corrupción está en los niveles más altos de los últimos tiempos.
Después de mucho buscar un enemigo, alguien a quien culpar de todos sus males y que le sirviera de distractor frente a su falta de gestión, por fin lo encontró: Donald Trump. Está convencido de que este enfrentamiento puede mejorar su imagen y empujarlo por encima del 50% de favorabilidad. Estamos volviendo a los años 60, con el viejo grito de ¡Yanqui go home!
Lo más grave es que Trump le está siguiendo el juego. Con la descertificación del país, con la vinculación a la lista Clinton, el despliegue militar en las costas venezolanas, los ataques con aviones de combate a unos lancheros del Caribe -que ni siquiera se sabe si transportan droga- y con las amenazas de invadir a Venezuela, que tal y como están las cosas, podrían extenderse rápidamente hacia Colombia.
El “lobby” del sector privado y de políticos contrarios a Petro ha funcionado, pero en cualquier momento las cosas pueden cambiar. La inclusión de Petro, Verónica, Nicolás y Benedetti en la lista Clinton, que en mi opinión es exagerada y totalmente política, aumenta la tensión.
A Petro poco le importa estar en esa lista. Ese enemigo le sirve de maravilla para sus intereses políticos. No es poca cosa estar en la lista Clinton, sanción que tiene peso mundial. Tienen toda la razón los otros tres en estar preocupados. No saben cómo van a vivir ahora y mucho menos cuando se termine el Gobierno. Porque salir de la lista, al menos mientras Trump esté en la Casa Blanca, será imposible.
A Petro se le apareció la virgen en el momento que más la necesitaba, cuando esta larga campaña presidencial por fin prendió motores.