Como presidente, Petro acostumbró a los colombianos a vivir de escándalo en escándalo. Cada vez que surge uno, es rápidamente opacado por el siguiente, sin que el país alcance a entenderlo o estudiarlo a fondo. Con el tiempo, todos terminan diluyéndose. Todo indica que esa es una de sus estrategias para manejarlos. La otra consiste en defenderse con mentiras, engaños y cortinas de humo.
Su lema de campaña “el gobierno del cambio”, fue muy bien vendido y recibido por una gran parte de los colombianos, que confiaron en que por fin se acabarían las viejas costumbres políticas, especialmente la corrupción. Petro, como congresista se destacó por denunciarla. Pero la realidad hoy es otra: sí hubo cambio, pero únicamente de grupo político en el poder. El presidente se convirtió en un gobernante tolerante y permisivo con sus aliados y amigos comprometidos en prácticas irregulares.
Los dos últimos escándalos son la compra de aviones de combate suecos y la relación entre el Gobierno, las Fuerzas Militares y el narco-guerrillero alias Calarcá.
En el caso de los aviones, su costo asciende a 16 billones de pesos, lo mismo que busca recaudar el presidente en la reforma tributaria. La compra se adelanta en plena crisis económica y no está claro si estos aparatos son los que realmente necesita el país para enfrentar la grave afectación de orden público, en la que grupos ilegales controlan amplias zonas del territorio. Además, hay serias dudas sobre su precio, que supera otras alternativas similares. En resumen: el negocio está lleno de interrogantes y terminó involucrando a la “esposa” del presidente, que se dice está viviendo en Suecia, llevando una vida de lujos y excesos.
El segundo caso es aún más escabroso y revela un entramado inquietante entre guerrilla, Gobierno y altos mandos militares. Todo comienza cuando alias Calarcá, el año pasado, es detenido en un retén en Antioquia. En la camioneta en la que se movilizaba se incautaron computadores y documentos comprometedores. Calarcá es liberado rápidamente por su condición de “gestor de paz” y continúa con sus actividades sin mayores obstáculos. La información incautada queda archivada en la Fiscalía de Antioquia sin que nadie la revise.
Es Noticias Caracol el que, tras una investigación rigurosa, descubre que Calarcá aparece actuando como aliado del Gobierno. Los documentos mencionan además a un general retirado por sospechas de vínculos con el Eln, reintegrado recientemente por Petro, y a un alto funcionario de la Dirección Nacional de Inteligencia, entidad que depende directamente de Presidencia y que opera prácticamente como una oficina de vigilancia y control de los intereses del presidente.
La investigación sugiere que Calarcá -aparentemente con apoyo del Gobierno- mantiene una disputa con otro jefe guerrillero, Iván Mordisco. Esto explicaría las recientes operaciones militares contra este último en el Catatumbo, acciones que han dejado menores de edad muertos, un hecho que Petro condenaba con vehemencia cuando estaba en la oposición.
Mientras todo esto ocurre, el “teflón Petro” sigue funcionando a la perfección. Su imagen se mantiene entre el 35% y el 40% de favorabilidad y su candidato a la Presidencia encabeza las encuestas con un 30% de intención de voto. Petro continúa demostrando su enorme capacidad de comunicación: no solo por su presencia permanente en X, donde tiene un alto número de seguidores, sino también por el control que ejerce a través de influenciadores contratados que dominan prácticamente todas las redes sociales.