Son muchas las salidas en falso que permanentemente hace el presidente. Una que refleja perfectamente su estilo fue la que hizo en una reciente ceremonia de la Policía Nacional manifestando que todo policía de barrio sabe dónde queda la olla, y que lo que pasa es que la olla compra al policía, por lo que obviamente fue abucheado por los asistentes al evento. Otra, al decir que por él tumbaría el Palacio de Nariño. Lo considera un edificio que fue un error arquitectónico, que se construyó para aparentar una oligarquía aristocrática. Frase que puede ser interpretada como premonitoria de lo que puede llegarle pasar al país -como si fuera el palacio- con la Asamblea Constituyente.  Petro siente que el tiempo se le acaba y sus reformas no avanzan al ritmo que él quiere.
La reciente marcha del 21 de abril, en la que participaron aproximadamente un millón de colombianos, el presidente la minimizó. Se esperaba que reaccionara y que los congresistas tomaran consciencia sobre la conveniencia de las reformas sociales que está impulsando el Gobierno. Lamentablemente esto no fue así, tal como se pudo ver con la aprobación de la reforma pensional en el Senado.
Para lograr la aprobación, el presidente previamente había llegado a una concertación con la bancada del Partido Liberal, que finalmente con toda la desfachatez incumplió y sirvió para mostrar una vez más que a él no se le puede creer los acuerdos que realiza y no le interesan los consensos.   
Petro como respuesta a las manifestaciones de la comunidad, se “colinchó” y se apoderó de las marchas que tradicionalmente realizan las centrales obreras el Día del Trabajo, procurando con esto lograr una mayor convocatoria y volver a sus discursos de plaza pública.  Tratando con un discurso radical y polarizado   contrarrestar las manifestaciones de hace 15 días.     
Pretende volver a presentar su reforma a la salud a consideración del Congreso, sin mayores modificaciones a la que se le hundió en el Senado, sin importar que la está implementando vía decretos presidenciales y  que esté haciendo acuerdos con las EPS que todavía sobreviven, propiciados con chantajes.  Entre otras, ya se están viendo los resultados de las intervenciones, como las  demoras en las citas médicas, escasez en los medicamentos y retrasos en los procedimientos quirúrgicos, por lo cual las salas de cirugía están en sus mínimos de ocupación.
Ahora el presidente está enfocado en sacar adelante su Asamblea Constituyente.  Esa es su gran apuesta.  En una reciente entrevista con el periodista de RCN, José Manuel Acevedo, dejó muy en claro que ésta la va a sacar adelante, sin respetar la Constitución. No la va a presentar a consideración del Congreso de la República.  Su frase es:  El poder constituyente no se convoca, es el pueblo, -que soy yo- el que se convoca para decidir los aspectos fundamentales, sin importar las formas; según Petro, lo que importa es el contenido. 
El presidente quiere una constituyente al estilo de Maduro, en la que la mayoría de los asambleístas sean aliados suyos. Él quiere amplios poderes y que pueda ser reelegido por otros cuatro años más.  Así manifieste públicamente que no está interesado en quedarse un día más  en el poder después del 7 de agosto de 2026. Se sabe claramente que él no cumple lo que dice.  
Petro expedirá el decreto presidencial convocando a la Asamblea Constituyente en los próximos días. Evitará a toda costa que la Corte Constitucional se la rechace y luchará, con todo el poder presidencial que tiene y usando todos los recursos económicos  que dispone -que no son pocos-, para que más de 13.5 millones de colombianos la aprueben con su voto.
El presidente tiene claro que no solo está en juego su reforma constitucional, sino la continuidad en el poder  de su grupo político. Lo que, en su actual nivel de aceptación, no está  nada fácil. El mismo Uribe, en sus mejores épocas, no logró el umbral requerido para que le aprobaran un plebiscito. 
…….
Muy grave lo que está pasando con la Universidad Nacional de Colombia, donde está en vilo la posesión del nuevo rector. Son varios los elementos a tener en cuenta. El sistema de consulta interna a los estamentos, que no es vinculante, dio por ganador a otro diferente al que eligió el Consejo Superior. El elegido no es de los afectos del presidente, quien manifestó su inconformidad públicamente, lo que pudo haber motivado las marchas de los estudiantes y el paro académico que se está presentando. Ahora la ministra de Educación, presidente del Consejo Superior, no firma el acta porque no es un fiel reflejo de lo que sucedió en la reunión.  Mientras tanto el nuevo rector se posesiona en una notaría.  Este novelón de la Nacional es un ejemplo muy claro de cómo funciona este Gobierno.