El conflicto entre judíos y palestinos tiene raíces profundas, cuyos hechos más recientes se remontan a los días finales del siglo XIX y principios del XX. En esencia, el problema gira en torno a la disputa por el mismo territorio, considerado por ambos su hogar ancestral. Es como si dos personas reclamaran ser los dueños legítimos de la misma casa, cada uno con argumentos históricos y de posesión, no existiendo suficiente espacio y menos acuerdo, para que ambos vivan en paz. Traumas históricos, decisiones políticas y cuestiones de identidad se entrelazan, dificultando el camino hacia una solución verdadera.
Hace dos años, el 7 de octubre del 2023, Hamás, grupo político armado de Palestina, considerado por el propio Israel, EE. UU., el Reino Unido y muchos más países como organización terrorista, fue la que lideró el ataque más violento contra Israel en toda su historia, asesinando cruelmente a 1.300 personas, incluidos más de 400 jóvenes en un festival de música. La respuesta de Israel fue una ofensiva militar de grandes proporciones, asegurando su primer ministro; Benjamín Netanyahu que no descansará hasta destruir a Hamás y obtener la liberación de 20 rehenes de 251 iniciales.
La mayoría de países occidentales ha respaldado el derecho de Israel a defenderse, no así Colombia, que, bajo el Gobierno izquierdista de Petro respalda a Palestina y más concretamente al grupo terrorista Hamás, por su afinidad criminal, buscando irresponsablemente réditos políticos a pocos meses de nuestras elecciones para Congreso y Presidente.
Con piedras, varillas y gasolina, la sede de la Asociación Nacional de Empresarios (Andi) fue atacada por encapuchados, quienes enarbolando banderas de Palestina, la emprendieron contra sus instalaciones en Bogotá y Medellín. Igual, en Cali fue atacado el almacén Pepe Ganga, prendiéndole fuego a la fachada del local, con empleados y compradores en su interior, en una clara réplica de los actos vandálicos del estallido social del 2021. En Zipaquirá, un día antes de estos violentos disturbios, Petro se refirió directamente a este gremio, al que ha señalado de ser el más fuerte crítico de su discurso en la ONU donde habló del conflicto palestino-israelí, y dijo: “Los que más critican es porque han puesto la ganancia por encima del ser humano. Han puesto la codicia por encima de la vida, ayudando a que la gente se mate entre sí”.
Toda esta diatriba contra los empresarios fue maquinada en su mente manipuladora tras la detención de la flotilla que iba para Gaza y en la que iban dos colombianas. La exministra y aspirante presidencial; Susana Muhamad apoyó estas movilizaciones en sus redes, como también fue sorprendido en estas marchas en Bogotá el exjefe del despacho presidencial; Alfredo Saade.
Con sus discursos contra objetivos concretos, Petro está incitando a acciones criminales a sus líneas petristas, caso Miguel Uribe, sobre quien lanzó fuertes ataques verbales y 43 duros trinos antes de su atentado. Sabe lo que hace al dirigirse a las gentes, en las que están en primera fila sus resentidos del Pacto Histórico, llamando “Oligarcas, blanquitos acomodados y esclavistas” a quienes producen la riqueza nacional y con su aparato productivo, sostienen la carga laboral del país.
Bien sabe Petro que dentro de un proceso electoral normal, esta izquierda destructiva, que ha dirigido desde la Casa de Nariño durante estos tres años, será ampliamente derrotada, razón para llenar de odio y resentimiento su obtusa fanaticada.