Pese al ambiente de incredulidad y frustración que reina entre el gran conglomerado de la población colombiana hacia su dirigencia política, la jornada de ayer domingo 19 de octubre convocando a los jóvenes entre 14 y 28 años de edad a las urnas para elegir los Consejos Municipales y Locales de Juventud no deja de generar esperanzas hacia la construcción de un sistema político más transparente y auténtico de verdadero servicio, buscando liberarse de tanto vicio y corrupción como lo que seguimos padeciendo.
Infortunadamente la inevitable injerencia en este proceso de los partidos políticos tradicionales y no tradicionales, antes que depurarlo, genera mayor desconfianza entre la población que no logra visualizar cambios sustanciales en la conducción y manejo de sus destinos con transparencia y avances para mejorar el nivel de vida de la población. La concepción peyorativa de la política frente a lo que sucede, lleva a la tajante conclusión: “Eso lo hacen todos los que llegan al poder, son los mismos con las mismas”.
He ahí el gran reto que tienen los jóvenes frente a esta oportunidad que la democracia les brinda para responderles a sus comunidades, desligándose de las oscuras intenciones bajo las cuales parecen llegar la mayoría de quienes se deciden por tan noble, pero golpeada profesión, de llenar sus bolsillos a costa de los dineros destinados a luchar contra la desigualdad e injusticia social.
Empezar a recuperar el ejercicio de la política como misión de servicio. Y aunque la importancia de la cátedra de ética es tan poco valorada dentro de la formación profesional en las instituciones educativas, constituye pilar fundamental en la escuela de la vida familiar, social y profesional y más entre quienes aspiran en el futuro a orientar los destinos de sus comunidades.
“Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor, no endurezcáis vuestro corazón”, nos dice el Salmo 94. Y como el Maestro lo pide “Haced y observad todo lo que os digan; pero no hagáis conforme a sus obras, porque ellos dicen, pero no hacen” (Mt 23:3). Es la cruel realidad con nuestros políticos, cuando en campaña prometen lo divino, humano y hasta lo inviable para ganar el afecto de sus potenciales electores, y al final nada cumplen.
¡Ser líder juvenil puede marcar la diferencia!, pero esto lo deben demostrar con su autenticidad y coherencia de vida, libre de egoísmo, de deseos de figuración, de manipulaciones o del único objetivo de las compensaciones y beneficios para ellos, por encima de sus comunidades. Esta jornada les ofreció descuentos por matrículas, expedición de pasaporte, pasado judicial, duplicado de cédula, libreta y prestación del servicio militar, descanso compensatorio, entre otros, pero ojalá esto no sea la única motivación para participar activamente y avanzar en la lucha de la cual tanto esperamos con una juventud descontaminada y transparente, por una efectiva transformación.
Tener claro que la lealtad es hacia la institucionalidad, no hacia las personas, así les “faciliten el camino” para avanzar en su carrera con los riesgos que les representa.