Manizales festeja hoy (12 de octubre) 176 años de estar construida sobre montañas, pero también sobre cenizas. Hace un siglo, más precisamente el 3 de julio de 1925, un incendio voraz devoró 23 manzanas del corazón de la capital del viejo Caldas.

Lo que ardió no fue solo guadua y tapia, sino la memoria de una población entera que tuvo que aprender a reconstruirse desde los escombros hasta convertirse en la mejor ciudad para vivir en Latinoamérica, según ONU-Hábitat.

El corazón del Centro tras el incendio del 3 de julio de 1925. En el horizonte, la antigua Catedral intacta, aunque también caería un año después, en la conflagración de 1926.

Aunque la Catedral resistió milagrosamente en ese primer incendio, un año después también caería ante las llamas. El centro de la ciudad, como un fénix herido, tuvo que renacer dos veces.

LA PATRIA propone una mirada en espejo: un viaje visual entre el ayer calcinado y el presente vibrante. Las fotografías del Álbum de Fotografías Manizales de Ayer dialogan con imágenes actuales captadas desde los mismos ángulos. Es un encuentro entre ruinas y renovación.

Ruinas a la sombra de la Catedral. La fotografía, capturada de norte a sur, ilustra el silencio que dejó el fuego y la inminente necesidad de reconstrucción.

La espalda de la Catedral y el antiguo Palacio Municipal apenas reconocibles entre los vestigios carbonizados. Esas edificaciones estaban ubicadas en la carrera 23. Lo que fue pérdida se transformaría en punto de partida.

Panorámica posterior al incendio. Se aprecia la Catedral, el Palacio Municipal y, en tercer plano, la Basílica Menor de la Inmaculada Concepción, inaugurada en 1921 y con 104 años de historia.

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