El asesinato de un reclutador militar en Leópolis ha avivado las críticas al Gobierno ucraniano por su falta de liderazgo en la gestión de la movilización. 

Foto I EFE I LA PATRIA 

El asesinato de un reclutador militar en Leópolis ha avivado las críticas al Gobierno ucraniano por su falta de liderazgo en la gestión de la movilización. 

Autor

El asesinato de un reclutador militar en Leópolis ha avivado las críticas al Gobierno ucraniano por su falta de liderazgo en la gestión de la movilización, un proceso vital para la defensa contra Rusia pero cada vez más viciado por los abusos y la falta de herramientas legales adecuadas.

Yuri Bondarenko, de 37 años y parte de una patrulla con la tarea de revisar la documentación militar y movilizar a los varones que careciesen de exenciones, fue acuchillado el jueves por un hombre de 30 años durante un control rutinario.

"Me avergüenza increíblemente que el Estado, que ha cargado la tarea más desagradecida y críticamente importante sobre los soldados de los centros de reclutamiento militar, no pueda protegerles", reaccionó en facebook Olha Reshetilova, la defensora del pueblo militar.

Enfatizó que el personal militar no debería estar implicado en la movilización directa, pues esta tarea corresponde al poder Ejecutivo, a las autoridades locales y a la Policía.

Pero en lugar de ello, denunció Reshetilova, "todas estas instituciones se han apartado y han transferido la responsabilidad sobre las espaldas de quienes carecen de la capacidad adecuada", lo que según ella ha incrementado la desconfianza pública frente al proceso de reclutamiento.

 

Un proceso controvertido

El proceso de movilización es altamente controvertido y los medios informan de frecuentes enfrentamientos entre reclutadores y civiles. Tan sólo en los diez primeros meses de este año, el defensor del pueblo Dmitró Lubinets recibió unas 5.000 quejas.

Los potenciales soldados a veces son detenidos por la fuerza y retenidos durante días en centros de reclutamiento sin poder contactar con sus familiares o abogados.

También se le achaca al sistema que prioriza la cantidad sobre la calidad y los oficiales a menudo se quejan de muchos nuevos reclutas llegan con serios problemas de salud y baja motivación.

En respuesta a las críticas, las patrullas de reclutamiento ahora van pertrechadas con cámaras corporales y los procedimientos de exención han sido en gran parte digitalizados para reducir el contacto directo con los ciudadanos.

No obstante, persisten las tensiones, ya que el Ejército necesita a miles de nuevos soldados cada mes y aproximadamente un millón y medio de varones no han suministrado información actualizada a los centros de reclutamiento, pese a que lo demanda la ley.

 

Falta de liderazgo

Los analistas destacan que ningún ejército del mundo podría librar una guerra de esta escala contra un enemigo mucho mayor dependiendo sólo de soldados voluntarios.

Mientras que en los primeros meses de la invasión decenas de miles de voluntarios se unieron a filas, desde entonces el Estado ha tenido que intensificar la movilización, dijo a EFE el analista de seguridad Oleksí Mélnik del Centro Razumkov.

El Gobierno, sin embargo, ha aplazado en varias ocasiones decisiones impopulares a la hora de introducir medidas legales que garanticen que los ciudadanos cumplen con su obligación de actualizar sus datos de contacto y acudir a filas cuando se les requiera.

Esto ha provocado extralimitaciones por parte de algunos reclutadores ante la presión de encontrar suficientes soldados.

"Estoy impaciente porque nuestro presidente por fin asuma el liderazgo en esta cuestión y mencione la importancia de unirse al Ejército en una de sus numerosas alocuciones diarias", dijo Mélnik.

 

Soluciones potenciales

Aunque el miedo a ser heridos o a morir de muchos potenciales reclutas es una preocupación comprensible, en particular ante la escasez de armamento provocada por la limitada ayuda extranjera, los observadores señalan que el Estado sí dispone de herramientas para volver más atractivo el servicio militar.

Los mandos militares deberían priorizar la preservación de las vidas de sus soldados a través de un mejor entrenamiento y de innovaciones tecnológicas, argumentó Maksim Zhorin, vicecomandante del Tercer Cuerpo del Ejército.

"No tenemos que tapar los huecos en el ejército con alcohólicos, sin techo y enfermos mentales", escribió en Telegram.

Los agotados soldados necesitan permisos mucho más largos, dijo a EFE Viktor, un programador de Leópolis movilizado hace seis meses.

Al respecto, señaló que el Estado debería comunicar abiertamente a los civiles la importancia de la movilización y aumentar los sueldos de los soldados, de los que muchos cobran menos de la media nacional y tienen que comprar sus propios equipos.

Los presupuestos de 2026 no prevén subidas salariales, pero el viernes el Gobierno aprobó una licencia de un año para los soldados que sirvan al menos dos años consecutivos a partir de este momento.

Los analistas también subrayan que las dificultades con la movilización no deben ser usadas como argumento para presionar a Kiev para realizar concesiones territoriales.

"La búsqueda de soluciones sigue y Ucrania pese a todo va mucho mejor de lo que lo haría cualquier otro país europeo después de cuatro años en guerra", concluyó Mélnik

Temas Destacados (etiquetas)