El frontón del edificio de la Asamblea Nacional

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El frontón del edificio de la Asamblea Nacional de la República Francesa, ubicado en París.

Hoy los franceses acudirán a las urnas para elegir a los diputados que los representarán en la Asamblea Nacional para los próximos tres años —teóricamente—. Los comicios legislativos en Francia siguen una fórmula de escrutinio uninominal de dos vueltas. Para asegurarse un escaño en una sola vuelta, un candidato debe conseguir el 50% + 1 de los votos y un número de sufragios igual o superior al 25% de la cantidad de electores inscritos en su circunscripción.

Los que no alcancen ambos umbrales hoy, pero sí obtengan un número de votos de al menos 12,5% del total de electores inscritos en su distrito, competirán en una segunda vuelta el 7 de julio, en la que el mejor candidato de cada circunscripción obtendrá el puesto. Pero si esta fórmula puede parecer complicada, es la complejidad del contexto electoral que más cautiva.

Cámara de la Asamblea Nacional de Francia

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La cámara de la Asamblea Nacional de la República Francesa.

Fiebre del voto


El 9 de junio, la lista de candidatos presentada por el bando centrista del presidente francés, Emmanuel Macron, en las elecciones del Parlamento Europeo perdió 10 de sus 23 escaños, mientras que la lista dominada por el partido de extrema derecha, Agrupación Nacional (en francés: Rassemblement national —RN—) ganó 7 escaños para alcanzar 30.

Apenas se dieron a conocer estos resultados ese mismo 9 de junio, el jefe de Estado robó el centro de atención al declarar que disolvía la cámara baja del parlamento francés, la Asamblea Nacional, poniendo sus 577 plazas en juego en elecciones legislativas. Los resultados de los comicios europeos no le obligaban en absoluto a recurrir a este poder exclusivo que le otorga la Constitución de la República Fran-
cesa.

Decidió hacerlo aun así porque el voto de los franceses al nivel europeo materializó una tendencia de cambio de opinión pública que ha ido operándose desde hace varios años, aún más desde las últimas elecciones nacionales, las del 2022. Quiere entonces parecer devolverle la pelota al pueblo para que elija si quiere que la composición de la Asamblea Nacional —donde su grupo, Juntos (en francés: Ensemble), dominado por su partido, Renacimiento (Renaissance), tenía una mayoría relativa antes de la disolución— se parezca a lo votado en las europeas.

Considerada repulsiva por gran parte de la población francesa durante décadas por su programa altamente identitario y sus miembros controversiales que le han valido para ser tachado de racista, xenófobo, homofóbico, misógino y fascitsta, la Agrupación Nacional emprendió una campaña de diabolización cuando Marine Le Pen sucedió a su padre para liderarlo en el 2011, una colectividad que sigue con su presidente desde el 2021, Jordan Bardella —un hombre de solo 28 años de edad—.

La formación cambió de nombre para sonar más ensambladora —hasta el 2018 se llamaba el Frente Nacional— y suavizó su retórica para ser más aceptable políticamente. Sin embargo, sus intentos de deshacerse de la etiqueta de "extrema derecha", que conlleva una connotación negativa, no han tenido éxito, pues el Consejo de Estado —la suprema instancia jurídica de orden administrativo en Francia— sigue considerándolo como tal. Esto es, por sus deseos de aplicar una política de "preferencia nacional" para empleo y ayudas sociales, su desprecio de los medios de comunicación y de ciertas instituciones republicanas así como su promoción de medidas contundentes para revertir lo que percibe como una decadencia societal.

No obstante, su programa, que contiene llamamientos a restringir rigurosamente la inmigración y ser más duro contra la delincuencia y el islamismo, interpela a cada vez más franceses hartos de flugos migratorios entrantes que consideran como excesivos y mal controlados, de los problemas de integración y de la sobrerrepresentación de personas con un perfil extranjero en estadísticas de crimen.

Jordan Bardella

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El presidente de la Agrupación Nacional, Jordan Bardella, de pie en un escenario durante un mitin con partidarios.

Ante la posibilidad de ver a la extrema derecha acceder al gobierno, muchos partidos de izquierda dejaron de lado sus divergencias ideológicas —o al menos, afirman haberlo hecho— para unirse y formar el Nuevo Frente Popular (Nouveau Front populaire —NFP—). Presentando así un solo candidato conjunto por circunscripción, esperan bloquear la subida de la Agrupación Nacional y cerrar lo que ven como una caja de Pandora abierta por el presidente. 

Promueven la justicia social, el humanismo y una visión universal de la lema de la República heredida de la Revolución francesa: libertad, igualdad, fraternidad (liberté, égalité, fraternité). Sin embargo, sus detractores los acusan de faltar de racionalidad al hacer promesas económicas a carácter electoralista, abogar por un desarmamiento de la policía y tener una visión demasiado idealista de apertura de fronteras y de acogida de "toda la miseria del mundo" —en desconexión con la opinión de la mayoría de los franceses—.

El bando centrista apoyado por Macron intenta atraer a los electores temerosos de los extremos de ambos lados del espectro político, pero la polarización del público reflejada en la dicotomía Agrupación Nacional versus Nuevo Frente Popular y amplificada por esta asegura una cierta deserción de los electores del centro para un lado o el otro de la confrontación.

Otro síntoma de esta polarización: el partido de cabeza de la derecha tradicional, Los Republicanos (Les Républicains —LR—), ha sufrido un cisma cuando su presidente, Éric Ciotti, declaró unilateralmente que su formación se uniría a la Agrupación Nacional para reducir las posibilidades de que la izquierda unida gane el mayor número de escaños. Los candidatos LR se dividieron entonces entre los que apoyan esta decisión, y los que se negan a cualquier asociación con la extrema derecha.

Marcha del Nuevo Frente Popular

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Marcha organizada contra la extrema derecha organizada por el Nuevo Frente Popular en París, el 15 de junio.

 

La apuesta de Macron: ¿quien gane, pierde?


Al disolver la Asamblea Nacional tras notar la disparidad entre el voto de sus conciudadanos en las elecciones europeas del 9 de junio y el de las últimas elecciones legislativas nacionales del 2022, parece a simple vista que Macron quiso escuchar la voluntad popular y admitir que su bando ha perdido legitimidad que solo el apoyo popular puede conllevar.

Sin embargo, aunque no podía necesariamente prever que la izquierda se uniría tan rápidamente para ofrecer otra opción más creíble que su partido Renaissance para bloquear a la extrema derecha, debió saber que nuevas elecciones pueden muy probablemente llevar a la Agrupación Nacional al oficialismo.

Por lo tanto, su decisión oculta probablemente un astuto pero riesgoso cálculo estratégico. En efecto, es posible que sea una acción preventiva, pues si la extrema derecha llega a formar el gobierno, el jefe de este, el primer ministro, tendrá que compartir el poder ejecutivo con Macron, pues este en el sistema semipresidencialista francés es bicéfalo —tiene dos cabezas—.

En este caso, el jefe de Gobierno y el jefe de Estado serían de lealtades políticas opuestas en muchos puntos, lo que llevaría a una situación llamada “cohabitación”. Aunque Macron no podría impedir que el primer ministro cumpla con sus funciones, sí podría intentar aplicar un contrapeso y poner trabas al avance de ciertas de sus políticas. Así, podría afirmar ser el freno contra la extrema derecha.

Además, cabe creer que Macron espera que la extrema derecha no consiga una mayoría absoluta de escaños, lo que la forzaría a hacer coaliciones para hacer aprobar sus proyectos de ley. Esto sería difícil con un centro y una izquierda que no estarían dispuestos a colaborar con esta, y tal vez ni siquiera entre sí.

La parálisis institucional resultante podría durar hasta las siguientes elecciones presidenciales y legislativas, previstas en el 2027 y que se celebrarán entonces al final de un Gobierno de extrema derecha que no habrá logrado mucho. El candidato presidencial del bando macronista en este entonces —no será el actual mandatario, pues la Constitución no lo deja renovar su quinquenio más de una vez consecutiva— podría entonces usar este balance para acusar a la Agrupación Nacional de haber sido incompetente durante su experiencia en el poder.

Las dos últimas elecciones presidenciales, en el 2017 y 2022, acabaron en un duelo entre Macron y Marine Le Pen. Es posible a que las próximas se jueguen también entre un candidato de Renaissance y uno de la Agrupación Nacional y, si la tendencia se mantiene, sería la persona de extrema derecha quien ganaría por primera vez. No sería sorprendente que fuera esta la tendencia que Macron busca invertir, incluso a costa de abrir preventivamente la puerta a un Gobierno de extrema derecha por ahora.

Pero este plan podría volverse contra Macron si, en caso de bloqueo institucional en el período que precede las presidenciales, la Agrupación Nacional logra hacer entender al público durante estas —y durante las legislativas que se celebrarán un mes después— que es la falta de un presidente de su partido y de una mayoría absoluta en la Asamblea Nacional que explica la no ejecución de sus promesas electorales del 2024. Ello podría motivar a sus partidarios potenciales a votar en mayor número en el 2027.

Emmanuel Macron disolviendo la Asamblea Nacional

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El presidente Macron anuciando su desición de disolver la Asamblea Nacional la noche en la que se conocieron los resultados de las elecciones europeas, el 9 de junio.

Datos sobre Francia

Bandera de Francia

Nombre oficial: República Francesa

Ubicación: Europa Occidental (Francia metropolitana) / América del Norte, Caribe, América del Sur, oceano Pacífico, oceano Índico (territorios de ultramar)

Capital y área metropolitana más poblada: París

Idioma oficial: francés

Superficie: 643.801 km² (43.º en el mundo)

Población: 68.374.591 personas (2024, estimación) (22.º)

Índice de desarrollo humano (IDH): 0,910 (2022) (28.º)

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