Resiliencia. Esa palabra resume la historia de dolor de Daniel Fernando Sierra Castro y Julieth Mayrena Arango Castro, en Marmato. En el 2021 perdieron a su hijo, Sandro, de 1 año, en un trágico accidente. Aunque se sintieron morir, el apegarse a Dios les ayudó a salir de ese difícil momento. En el 2023 nació Zoe (foto), y significó para ellos una nueva esperanza.

Fotos | Autorizadas por la familia | LA PATRIA

Resiliencia. Esa palabra resume la historia de dolor de Daniel Fernando Sierra Castro y Julieth Mayrena Arango Castro, en Marmato. En el 2021 perdieron a su hijo, Sandro, de 1 año, en un trágico accidente. Aunque se sintieron morir, el apegarse a Dios les ayudó a salir de ese difícil momento. En el 2023 nació Zoe (foto), y significó para ellos una nueva esperanza.

El dolor de Daniel Fernando Sierra Castro y Julieth Mayrena Arango Castro, en Marmato, fue el de toda una comunidad.

Un duro golpe que les dio la vida se convirtió para ellos en una muestra de resiliencia. Aunque en un principio se sintieron morir, el apegarse a Dios les ayudó a salir de ese difícil momento, levantar su cabeza y mirar al frente.

Su historia se parte en 3 momentos: el nacimiento de su hijo Sandro, la trágica muerte de este cuando apenas cumplía un año de vida y la llegada a su hogar de una nueva esperanza llamada Zoe, en el 2023.

La nombraron así por lo que significó para ellos y para los griegos: "vida, llena de vida, la que da vida".

Daniel Fernando accedió a hablar con LA PATRIA (la esposa no se sintió capaz), pese a lo duro de esta vivencia, con el fin de que otras personas que soporten o hayan tenido un momento así de fuerte o quizá peor, los tomen como ejemplo. Este es su relato.

 

La llegada de Sandro

"Llevaba varios años de novio con Julieth Mayrena. En el 2020 nos fuimos a vivir juntos y pensamos en que era la hora de tener el primer bebé. Ella quedó en embarazo en el 2020 y el 5 de marzo del 2021 nació Sandro, muy deseado, lo que necesitábamos en nuestras vidas, una alegría inmensa".

Era el primer embarazo de Julieth, por eso estuvo muy dedicada a sus cuidados, todo el tiempo con precauciones y atenta a los controles. Todo marchó bien.

"Su llegada, lo mejor; fue mi primer hijo, estábamos felices. Mi familia está conformada por muchas mujeres y el nacimiento de un varón era una alegría inmensa". Era sano y avispado. Solo tuvo una pequeña gripa en un viaje a San Andrés, pero por el aire acondicionado.

Además, se convirtió en un regalo adelantado de cumpleaños para Daniel Fernando, cuya celebración es el 11 de marzo.

 

Pronta y triste partida

El 5 de marzo del 2022, la familia Sierra Arango celebró el primer añito de vida de Sandro y, a la par, el bautizo. 23 días después, el 28 de ese mes, se fue de sus vidas.

"Me levanté muy temprano, a las 6:00 de la mañana, como siempre. Mi esposa se alistó para despacharme, Sandro hizo lo mismo, pues era como un relojito con nosotros. Fueron días de mucho calor, por lo que nos ubicamos en la sala en un colchón para ver televisión. Esa madrugada mi niño se levantó contento, estuvimos en la cocina y recochamos juntos. Cuando me iba a montar al carro le di un abrazo a mi niño, estaba muy feliz. Le dije: hijo, ¿cierto que usted ama mucho a papá y a mamá? Nos abrazamos los tres, le dábamos de a besito. Pico a papá, pico a mamá. Esa fue la despedida".

Normalmente, Julieth Mayrena, con Sandro, salía a abrirle la puerta del garaje a Daniel Fernando. Este se montó en el carro, que apuntaba hacia el frente de la sala.

"Todos los días, todo el año, mi esposa salía con el niño en brazos. Pero esa vez me subí al vehículo y le indiqué a ella que me abriera. Sandro veía muñecos en la sala, acostado en el mueble. Le empecé a dar reversa al carro, ya le tenía el tiro a la salida, pero esa vez no me dio y golpeé unos adobes. Cuando eché hacia adelante escuché: 'má'. Mi esposa empezó a gritar: 'el niño, el niño'. Me bajé muy asustado y mi pareja ya estaba en el piso con Sandro. Al parecer, se vino gateando y con la llanta le pegué en una parte de la cabeza. Ahí perdió la vida mi hijo. Salimos rápido para el hospital, pero no tenía signos vitales. Dicen los médicos que donde tuviese más semanas de existencia, habría aguantado".

 

El mejor recuerdo de Sandro

No hay un día especial, todos lo son, desde que nació hasta que murió. Les dio vida, a Dios le agradecían a cada momento por tener al niño a su lado.

"Siempre era papá, mamá, asustado por cosas y yo le decía: 'tranquilo papi, que su papá siempre, siempre estará a su lado, siempre lo voy a proteger mi amor'. Que esto le pase a uno como padre, queda uno marcado, pero puedo decir que desde que mi esposa me dijo que estaba en embarazo lo disfruté. Fue todo muy especial".

 

Dolor

"Mi esposa es una verraca. Nos fortaleció mucho estar juntos en esto. Nunca la juzgué, ni ella me juzgó. Ni porque aceleré el carro, ni porque ella, como nunca había pasado, dejó al niño en la cama. No nos mencionamos eso. Todo esto me cambió la vida. Tampoco juzgamos a Dios, ni le dijimos, ¿por qué a nosotros, si éramos buenos papás, si lo amábamos? Sabíamos que Él no nos abandonaría. Me entregué a una iglesia".

Daniel Fernando manifestó que hay personas que señalan que es malo guardar cosas de los fallecidos, pero para él es algo sagrado. "Saber que tengo lo de mi hijo es alegría".

 

Llegó la vida, volvió la vida

"Todos los días me bañaba, me caía el chorro de agua, me doblegaba y le pedía a Dios que nos diera otra oportunidad, que nos devolviera el alma de Sandro. Cuando uno es joven, le gustan los vicios, la rumba, dice que para qué tener hijos. Pero cuando nacen, se convierten en el todo. Uno despierta, se levanta y sale a lucharla por ellos. Cuando mi niño falleció estábamos muy mal, pero a los meses decidimos que queríamos otro bebé, pero con un miedo de perderlo de nuevo. Es mejor no pensar en eso, porque no lo aguantaría".

El 10 de abril del 2023 nació Zoe, su nueva bendición. "Las cosas de Dios son perfectas, así sean duras, muy duras, porque lo más seguro en esta vida es la muerte. Aunque a nadie le gusta hablar de ella. En la iglesia empezamos a entender muchas cosas. Me acuerdo de mi hijo y lloro, pero de felicidad, porque sé que ahora tengo a mi hija Zoe. Tengo un anécdota. Sandro nació con una manchita en la muñeca de la mano derecha (era de tez blanca) y en el estómago tenía una mancha o lunar café. Zoe posee la misma mancha en la muñeca y el lunar, pero blanca, porque es trigueña. Nos volvió la vida".

 

Tranquilos

Zoe, que significa, "vida, llena de vida, la que da vida", es su alegría. Para la esposa es muy duro tocar todo lo que han soportado. Pero al saber que Dios los acompaña aceptaron hablar con LA PATRIA para contarles su historia a los demás.

"No hay dolor más grande que la pérdida de un hijo, no tiene comparación. Y le dije a mi esposa, daré la entrevista, es duro recordar, pero en realidad no hay necesidad de que se lo rememoren porque esta experiencia va a estar con uno toda la vida. Todos los días pensamos en eso, pero con amor, vemos a nuestra hija y estamos tranquilos".

 

Hermosa familia

"Para quienes pasan o pasaron por algo así les digo que se aferren a Dios, no lo juzguen. Él es bueno. En el momento de desespero hay personas que toman o piensan en malas decisiones. Yo lo viví, yo que le prometí a Sandro que lo iba a cuidar de todo mal y todo peligro, y le quité la vida a mi propio hijo. Pensaba de todo, creía que no era capaz de vivir más. Y acá estoy. Para quienes estén sufriendo, tomen a Dios de la mano, pídanle fortaleza, solo él puede darla. Es el único psicólogo que puede ayudar. Ahora somos una hermosa familia, estamos felices. Dios bendiga a quienes estén sufriendo".

 

El duelo

Fanny Bernal Orozco, psicóloga experta en duelo, explicó que las muertes por accidentes de tránsito tienen un costo emocional muy fuerte para familiares y demás sobrevivientes.

"La mayoría de estos se hubiesen podido evitar. La falta de atención, cuidado, precaución, prevención es frecuente, a lo que se suma el uso del celular, de alcohol, de drogas, y el exceso de velocidad, entre otros. Es necesario darse cuenta de que las personas fallecidas hacían parte de una historia familiar, social, afectiva, no solo de una fría estadística, y que su impacto emocional puede generar secuelas y afectaciones dramáticas en los dolientes".

Los duelos por accidentes viales generan miedo, rabia, culpa, dolor, estrés, ansiedad, impotencia o sensación de injusticia. De manera especial, en los primeros meses, los dolientes requieren cuidados como el acompañar sin juzgar y sin culpar, la escucha respetuosa y compasiva, y, en ocasiones, el apoyo profesional especializado tanto individual como familiar".


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